La biblioteca abre. Tras un curso de pesadilla en el que más que vivir hemos sobrevivido, empiezan a vislumbrarse, como pequeñas joyitas, señales de la normalidad que un virus nos arrebató de un zarpazo un día de marzo de 2020, como si se tratara del protagonista de un relato de ciencia ficción. Vivimos ahora en una mezcla de "normalidades" sin saber en la mayoría de los casos qué es realmente lo normal. O con la sospecha de que ya nada es ni volverá a ser normal...
Y en medio de este panorama desconcertante por fin la biblioteca abre. El olor a polvo y a libro viejo se mezcla con el de los desinfectantes que han inundado nuestras vidas; los carteles advirtiendo sobre la distancia y el uso de las mascarillas intentan hacer pandilla con los de las Ferias del Libro o el "Vive leyendo" que nos acompaña desde hace más de 20 años. Los libros están impacientes. Han hibernado demasiado tiempo. Necesitan ojos y manos curiosas que los despierten. Las paredes están mustias. Como ancianos que refunfuñaban con el ruido, echan ahora de menos el bullicio que estaba prohibido pero que era inevitable en los recreos. Hasta el parque que sueña más allá de las ventanas está deseando entretenerse con las cabezas de los lectores que musitan, estudian, imaginan en las mesas.
La biblioteca abre con un horario más limitado, un nuevo programa de gestión que necesita mejorar y retos ilusionantes. Esperemos que los carteles del bicho vayan amarilleando y acaben siendo un resto más en una papelera al tiempo que los libros resucitan y hablan. Lo único necesario para que esto suceda está en tu mano. La biblioteca abre: ven, entra y abre un libro.
(Podéis consultar el cuadrante de biblioteca en este enlace. Por ahora solo se pueden solicitar préstamos en las horas en las que la bibliotecaria está trabajando; o sea yo, Leonor Osuna)
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