Patria comienza con el día
en que ETA anuncia el abandono de las armas. Bittori se dirige al cementerio
para contarle a la tumba de su marido, el Txato, asesinado por los terroristas,
que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la
acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia?
¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido,
cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que intenta pasar
desapercibida, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del
pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de
Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de
Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus
hijos y sus maridos tan unidos en el pasado?
Me costó
mucho empezar a leer este libro. Hace algo más de tres años que este título
comenzó a estar en boca de todos. Y todo eran alabazas, la verdad, pero el tema
me daba algo de reparo. Fernando Aramburu se centraba en un aspecto
político-social de la historia de España bastante reciente y que todavía está
muy fresco. Y mi pregunta era: ¿desde qué punto de vista me lo va a contar? ¿Desde
el punto de vista de las víctimas o desde el de ETA? ¿Desde el punto de vista
de un vasco o de una persona no vasca?
El libro cuenta la historia vivida por dos familias desde la
perspectiva de todos sus personajes y creo que ese es el gran logro de
Aramburu. Poder conocer la versión de todas las partes de un conflicto ayuda a
hacerse una idea mucho más realista de historia. Además, el uso del lenguaje que hace el autor,
sin ninguna floritura, y con un registro bastante coloquial hace
que los personajes sean totalmente creíbles.
En Patria, Aramburu nos habla sobre
el perdón y la reconciliación. Creo que en ningún momento tienes la sensación
de leer un análisis del conflicto; no se trata de saber quiénes son o dejan de
ser los culpables, sino de conocer las motivaciones que nos pueden llevar a actuar de una u
otra manera. La historia de sus vidas antes y después de la
muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de
perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.
El
tema del terrorismo es tratado simplemente desde un punto de vida humano y la
política queda a un lado en la narración. Es interesante ver qué razones
empujan a los “verdugos”
a hacer lo que hacen y el ambiente en que se mueven, al igual que las víctimas se debaten entre
seguir hacia delante y mantener en el recuerdo al ser querido perdido.
Es cierto que la estructura de la narración me desconcertó
algo al principio. Los capítulos son cortos, de dos o tres páginas, y los
saltos en el tiempo, continuos. Pese a ello, poco a poco, conforme te vas
adentrando en el libro, las piezas van
encajando sutilmente y la lectura se hace sencilla, fluida, se podría decir que
íntima. Y aunque a priori podría parecer un libro con un desarrollo lento, las
continuas ocurrencias de la vida diaria hacen de ésta una lectura amena y que
te costará abandonar.
Reseña
realizada por Cristina García González, profesora de Lengua y Literatura y
miembro del equipo de Lectura y Biblioteca