27 de enero de 2015

Los huesos de don Miguel

Están estos días algunos círculos eruditos muy emocionados porque se han encontrado lo que pueden ser restos del féretro de Cervantes. Ahora queda una ingente tarea para separar los huesos del insigne escritor de otros con los que nuestro don Miguel compartía descanso eterno. Puedes leer la noticia completa aquí
Realmente, se trata de un hecho importante. No lo dudo. Cuando encuentren restos de pólvora en los huesos de su brazo o las caries en los seis dientes que le quedaban a nuestro ilustre al morir o analicen los restos de su deformada columna...¿realmente sabremos más de Cervantes? ¿Nos enteraremos de por qué tuvo tan mala fortuna en vida? ¿Sisó o no a la Corona? ¿Sabía de naipes y truhanes porque se movía con frescura en ese mundo? ¿Cómo pensaba el niño que correteó por las calles de Sevilla?
No sé, no sé... Creo que prefiero quedarme con los misterios e inventar respuestas. Prefiero a don Quijote vivo - hoy más vivo que nunca- que a Cervantes muerto ,pobrecito mío, hecho huesecitos.
Una biblioteca vacía es un cementerio. No es el caso de la del Juande. Os invitamos a hurgar en sus estantes y a rescatar algo de don Miguel, tan perjudicado por años y años de lectura obligatoria.
Hay simples fragmentos que merecen la gloria eterna. Hoy os regalamos estos dos pertenecientes al Quijote. Buscad vosotros mismos otros. Seguro que les sacáis más provecho que al análisis de dos trozos de madera podrida:

"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.(...) ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!"


"Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén."

18 de enero de 2015

Escribir un poema

Escribir un poema: marcar la piel del agua.
Suavemente, los signos
se deforman, se agrandan,
expresan lo que quieren
la brisa, el sol, las nubes,
se distienden, se tensan, hasta
que el hombre que los mira –
–adormecido el viento,
la luz alta–
o ve su propio rostro
o –transparencia pura, hondo
fracaso– no ve nada.
(Ángel González)