La vida es puro teatro, canta La Lupe. Y no creo que jamás hayan estado tan diluidos los límites entre vida y teatro hasta el punto de tener la sensación de estar continuamente en una obra de teatro que no termina. A veces tragedia, a ratos comedia negra, con demasiada frecuencia esperpento y entre uno y otra, algún destello de final feliz de una comedia tierna... Esperamos a Godot con la sospecha de que jamás va a llegar. Miramos las imágenes que se nos cuelan en nuestras vidas agresivamente como Luces de bohemia cuando ya de bohemia queda poco. Nos desesperamos ante un destino que no vimos venir y no nos arrancamos los ojos como Edipo pero sentimos la tentación de exiliarnos de nosotros mismos. Muchos se niegan a mirar a las muchas Laurencias violadas. Pero al menos de cuando en cuando surge alguna Nora que le dice a su marido que se acabó lo de vivir en una Casa de muñecas. Y con una sonrisa que tiene un mucho de mueca reconocemos a nuestro emérito entre los personajes de Ubu rey...
No: La vida es puro teatro no es solo el título de una canción de amor despechado...
Y por si no tuviéramos bastante con tanta realidad teatral recordemos que el mundo de la cultura en general y el del teatro en particular han sufrido una de las mayores ruinas que ha traído la pandemia. Sin embargo, sus huelgas y protestas no cortan autovías, ni ponen en riesgo el tejido económico de un país, ni son determinantes para ganar elecciones. Los juglares siguen siendo juglares y nada más. Y cuando el juglar no ha tenido público, se ha puesto una gorra de repartidor y así ha tirado esperando mejores tiempos.
Así que hoy vamos a ir un poco más allá. Hoy celebramos el Teatro como Arte, como espejo de lo que somos, lo que no somos, lo que queremos ser y no pudimos. El teatro como alimento. El teatro como revulsivo. El teatro como pasión. El teatro como sueño y también como pesadilla.
Y también hoy debemos rendir tributo a quienes han soportado como han podido las salas vacías o con aforos que no permitían ni cubrir gastos. Quienes han soportado la censura por las presiones de los de las plaza de toros. Y de igual modo rendimos homenaje al público, al que se ha puesto la mascarilla y ha seguido yendo al teatro porque no concibe un mundo sin focos, telón y escenarios.
Me ha quedado un homenaje muy triste. Menos mal que siempre hay profesionales que lo hacen mejor...
Feliz Día Mundial del Teatro