El 14
de febrero se acerca… Preparémonos para soportar estoicamente los elevadísimos
niveles de cursilería que se alcanzarán con motivo de la celebración del
llamado “día de los enamorados”, fuente inagotable de ingresos para los grandes almacenes. Ese día, además de la invasión de corazoncitos
y otros objetos de color de rosa, la palabra “romántico” perderá su verdadero
significado. Quienes la utilizan para definir formas edulcoradas de amar,
seguramente no saben –o lo han olvidado- que el
romántico era un ser desencantado de la vida, que se refugiaba en edades
y paraísos perdidos huyendo de una existencia que consideraba hostil, que perseguía constantemente un ideal
imposible y que esa frustración le conducía con frecuencia al suicidio. Ser
romántico suponía ser inconformista y transgresor, no un papanatas que repite
ripios y frasecitas sacadas de la red de redes.
Celebremos
pues ese día como se merece: transgrediendo. Os invito a publicar aquí, como comentario, coplas (cuatro
versos octosílabos con rima asonante en los pares) alusivas a esta celebración pero con el sentido
verdaderamente romántico del amor, esa palabra mágica que todos pronunciamos
sin saber muy bien lo que significa. Abriremos fuego con las siguientes
coplas:
Yo no quiero un corazón
de papel de celofán;
quiero el beso de tu boca
que tú no me quieres dar.
En la vida y en la muerte
sin dinero no te mueves
toma un cheque de mentiras
a ver si tú te lo crees.