26 de enero de 2020

Patria


Patria  comienza con el día en que ETA anuncia el abandono de las armas. Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido, el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que intenta pasar desapercibida, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado?
            Me costó mucho empezar a leer este libro. Hace algo más de tres años que este título comenzó a estar en boca de todos. Y todo eran alabazas, la verdad, pero el tema me daba algo de reparo. Fernando Aramburu se centraba en un aspecto político-social de la historia de España bastante reciente y que todavía está muy fresco. Y mi pregunta era: ¿desde qué punto de vista me lo va a contar? ¿Desde el punto de vista de las víctimas o desde el de ETA? ¿Desde el punto de vista de un vasco o  de una persona no vasca?
El libro cuenta la historia vivida por dos familias desde la perspectiva de todos sus personajes y creo que ese es el gran logro de Aramburu. Poder conocer la versión de todas las partes de un conflicto ayuda a hacerse una idea mucho más realista de historia.  Además, el uso del lenguaje que hace el autor, sin ninguna floritura, y con un registro bastante coloquial hace que los personajes sean totalmente creíbles.
En PatriaAramburu nos habla sobre el perdón y la reconciliación. Creo que en ningún momento tienes la sensación de leer un análisis del conflicto; no se trata de saber quiénes son o dejan de ser los culpables, sino de conocer las motivaciones que nos pueden llevar a actuar de una u otra manera. La historia de sus vidas antes y después de la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.
El tema del terrorismo es tratado simplemente desde un punto de vida humano y la política queda a un lado en la narración. Es interesante ver qué razones empujan a los “verdugos” a hacer lo que hacen y el ambiente en que se mueven, al igual que las víctimas se debaten entre seguir hacia delante y mantener en el recuerdo al ser querido perdido.
Es cierto que la estructura de la narración me desconcertó algo al principio. Los capítulos son cortos, de dos o tres páginas, y los saltos en el tiempo, continuos. Pese a ello, poco a poco, conforme te vas adentrando en el libro,  las piezas van encajando sutilmente y la lectura se hace sencilla, fluida, se podría decir que íntima. Y aunque a priori podría parecer un libro con un desarrollo lento, las continuas ocurrencias de la vida diaria hacen de ésta una lectura amena y que te costará abandonar.

Reseña realizada por Cristina García González, profesora de Lengua y Literatura y miembro del equipo de Lectura y Biblioteca


2 comentarios:

  1. Gracias Cristina por la reseña. Tenía reticencia a este libro pero sin duda le daré una oportunidad

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  2. Coincido Cristina en subrayar la fuerza de la visión coral de la novela que permite trascender las ideologías y humanizar ese conflicto tan devastador de la sociedad vasca. Es una novela valiente y que ofrece una estructura ambiciosa.

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