Ha
sido un curso luctuoso. Hemos sentido cómo los zarpazos de la muerte
han sacudido a compañeras y compañeros que han perdido a sus seres más
queridos; los hemos acompañado en su dolor y hemos querido consolarlos
con nuestra cercanía y nuestro cariño; pero la terrible noticia de hoy
nos ha paralizado a todos: Victoria nos ha dejado para siempre. La cada
vez más prolongada ausencia de nuestra Jefa de Estudios en su despacho y
el halo de misterio que la envolvía nos hacían presagiar que algo no
iba bien, pero a nadie se le pasaba por la cabeza este fatal desenlace.
Victoria se ha ido como la hemos conocido: con discreción, con
entereza, con energía, con valentía, incluso con ese desplante que
caracteriza a las personas que no regalan el oído a nadie. No quiso que
nadie supiera de su enfermedad repentina y fulminante; exigió, manu
militari, a sus más allegados que todo se condujera en la más estricta
intimidad, porque estoy seguro de que ella odiaba tanto el sufrimiento
que se negaba a hacerlo extensivo a los demás. Victoria amaba la vida
por encima de todas las cosas; amaba este desdichado planeta en el que
sobrevivimos y procuraba transmitir a sus alumnos su entusiasmo por la
ecología y la conservación del medio ambiente; me consta que en sus
clases se sentía a gusto y que con los alumnos se mostraba afectuosa y
cercana y ponía todos los medios a su alcance para que terminaran
superando la asignatura. Más de una vez nos ha conminado desde la
Jefatura de Estudios a considerar otros aspectos no estrictamente
cognitivos a la hora de evaluar a nuestros alumnos. Puede que algunos
compañeros hayamos percibido más, sobre todo en los últimos tiempos, la
dureza de su carácter que la vitalidad y la ternura que reservaba para
sus seres queridos. Quizá el ejercicio de su cargo lo exigía así o tal
vez su concepto íntegro de las cosas que le ha llevado siempre a no
hacer concesiones a la galería. Síntoma de todo esto era su forma de
vestir, personalísima y rompedora, colorista y vital, que a veces
chocaba con esa aparente dureza de carácter.
Su muerte inesperada en pleno final de curso supone un aldabonazo a
nuestras conciencias, una última admonición de nuestra Jefa de
Estudios para que consideremos que la vida es un milagro fugaz, un
ictu oculi al que frecuentemente rodeamos de complicaciones
innecesarias, de juicios sumarísimos, de despropósitos sin sentido. Su
ausencia será un cruel desafío para su familia y para sus amigos.
Hasta siempre, querida jefa.
Hipólito, en nombre de todos tus compañeros y compañeras.
Victoria Mena: In memoriam on PhotoPeach
Muchas gracias, Hipólito y Leonor.
ResponderEliminarMe gustaría desde aquí mostrar mi gratitud y admiración a Hipólito, tras la emoción al leer sus palabras, que tan bien han sabido reflejar el tremendo 'jarro de agua fría' que la muerte de Victoria ha supuesto para todos; desde los advenedizos y circunstanciales como yo que he tenido el gusto de conocerla, aunque poco, pero he podido estimar su trabajo y seriedad, a veces envoltorio de un carácter entrañable y comprometido con la docencia, corroborado por las lágrimas que he podido ver, sin duda en muchos alumnos. Hasta sus compañeros de muchos años, de los que algunos no podían articular palabras que explicaran el absurdo de un desenlace brutal y repentino que nos recuerda que "la vida es un milagro fugaz", en palabras de Hipólito, que a veces nos empeñamos en enturbiarlo con banalidades sin sentido.
Me uno, desde aquí al sentimiento de desconsuelo de su familia, amigos, compañeros y alumnos que la conocieron y estimarón, y no paro de emocionarme con el maravilloso montaje de Leonor, que nos permite recordarla jovial y disfrutando con sus alumnos y amigos.
Muchas gracias,
Ricardo.
Gracias, queridos compañeros, por ponerle palabras e imágenes y palabras a nuestro recuerdo y a nuestros sentimientos. Necesitamos estos días llorar, pero también recordarla sonriente, vital, llena de fuerza, luchadora, sólida. !Qué suerte haberla tenido todos estos años en nuestro instituto, como compañera, como jefa, como amiga! Y cuántas cosas se frustran con su muerte...
ResponderEliminarMe sumo al agradecimiento de Tere, compañeros, y me aferro a la imagen de su sonrisa, cuando, hace poco, al pasar por el instituto, entré en su despacho y charlé brevemente con ella. Tan inesperada pérdida me tiene aún sobrecogida y desvelada por la pena. Se nos ha ido con ella una mujer de bandera.
ResponderEliminarDesconsuelo y rabia. A pesar de que una vez más nos lo hayas querido evitar, amargura y un inmenso dolor nos arrancas con tu ausencia, Victoria,
ResponderEliminarHoy, a 20 de enero del 2017 sigo sintiendo esa ausencia, una grandísima profesora y una grandísima persona. Te recordamos con mucho cariño, y te extrañamos Victoria.
ResponderEliminarGracias Hipólito otra vez por emocionarnos así.