6 de mayo de 2020

Locuras

La obra más importante de la literatura universal tiene como protagonista a un loco, un "loco cuerdo", don Quijote de la Mancha, más lúcido en su lucidez que muchos no locos del lugar... Esta situación que estamos viviendo favorece que ciertas manías, comportamientos "poco centrados", ataques de pánico, miedos... se acentúen. Es absolutamente normal porque lo que estamos viviendo es absolutamente anormal.
Saquemos proveche de esta situación. Convirtámonos en un loco o loca a partir de las realidades que estamos viviendo y cómo las estamos viviendo. Y construyamos historias con ellas. Seguro que salen muchos relatos con maniáticos de la lejía, chicas aterradas por la visión de la luz solar, hombres y mujeres que solo quieren hacer deporte en sus miniterrazas, personas obsesionadas por acumular determinados productos y que sufren ataques de ansiedad si no tienen un depósito de mil en el trastero... o donde sea.
Una vez más, se trata de reírnos de nuestros propios temores para superarlos; no es, en absoluto, una falta de respeto a los malos momentos que lógicamente tenemos. Porque, como dije al principio, en una situación anormal, lo anormal es normal.
Vamos a poner humor, fantasía y palabras a aquello que nos está enloqueciendo. Seguro que salen historias apasionantes.
Muchas gracias de nuevo.
Y recuerda, quédate en casa. Y si sales, obedece las normas. Por ti. Por mí. Y por todos y todas. 

29 comentarios:

  1. Había un señor, ya mayor, de más de 80, que llevaba una vida normal. Veía a sus hijos, a sus nietos, paseaba todos los días por la calle saludando a miles de amigos que había hecho durante toda su vida y no se cansaba nunca de hacer cosas.
    Pero un día escuchó en la televisión, que como todos los hombres de su edad solía consumir en grandes dosis, que en China se estaba muriendo gente a causa de un nuevo virus. La noticia le preocupó pero sólo lo suficiente para comentarla con los amigos en su paseo matutino.
    Lo malo comenzó con el llamado confinamiento. Ya no recibía visitas de sus hijos, de sus nietos, ya no salía a pasear. Su única compañía el viejo televisor que comenzó a decirle que ese virus malvado se nutría casi exclusivamente de viejos, que le murmuraba que en las residencias gentes de su edad moría por decenas. Entonces su mundo cambió, el coronavirus se convirtió en el ángel de la muerte, en un dragón que seleccionaba su fuego a los más débiles. Y comenzó a cerrar ventanas para que no entrara el dragón. Limpiaba la casa, en la que no entraba nadie a todas horas pues su amiga la televisión le había informado de que la limpieza era el escudo contra el dragón. No permitía que nadie le visitara, ni sus hijos, ni sus nietos, y los escasos víveres que necesitaba para vivir se los daban a través de una cuerda que subía hasta su balcón. No quería ni hablar por teléfono no fuera que ese extraño ángel de la muerte se filtrara por las ondas hasta llegar al receptor de su terminal. Cada vez mayor miedo, cada vez mayor temor, se puso una mascarilla quirúrgica en casa a manera de yelmo protector contra el virus, contra el dragón. La ansiedad le ahogaba, la respiración le faltaba, aunque fuera debido al uso de esa mascarilla en un ambiente tan cargado.
    Allí quedó a la espera de que su amigo televisor le diera la noticia de que algún ejército hubiera derrotado al temible dragón o que algún exorcista hubiera desterrado a ese ángel de la muerte.
    Por Fernando Galán

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  2. Jajajajajaja qué bien me ha venido esto del coronavirus,come está encantando,no veo a nadie por las calles desde hace dos meses y además me encanta escuchar ese silencio rotundo que hay ahí afuera, además se acabaron los abrazos y los besos y ya no hay esa felicidad en las personas y lo mejor de todo es que no para de morir la gente y al final me voy a quedar yo solo en el mundo porque soy el único que tiene la cura jajajajajajaja

    Soy Diego Ferre 4°A

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  3. No sabéis lo bien que me ha venido esto del coronavirus. Antes no tenía una excusa para quedarme en mi habitación todo el día. Si ya odiaba de por si estar rodeada de gente imaginaos ahora que llevo dos meses soportando solo a los imprescindibles. Y es que odio el contacto con la gente. Abrazos, besos, tener que escuchar sus historias todo le rato... uuufff que suplicio. Ver como a todo el mundo le fastidia estar encerrados, sin poder ver a sus amigos, sin poder tomar aire fresco jajajajajaja me encanta. Yo soy una hikikomori. Adoro estar en mi casa, viendo una serie por día, jugando online y durmiendo como si de una marmota se tratase. Ahora que ya se puede salir tendré que inventarme una excusa que decirle a mi madre para que no piense que soy una antisocial.

    Sobra decir que todo es broma y que estoy deseando salir jajajajaja
    Rocio Kaifer Guzmán 4A

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  4. María de la Fuente7 de mayo de 2020, 21:43

    Tengo miedo. Tengo miedo a no saber como reaccionar cuando vea a alguien diferente a las dos personas que tengo que aguantar día tras día. Es raro, antes estaba acostumbrada a socializar y esas cosas aunque también me costaba lo suyo, ahora, después de dos meses en casa sin apenas hablar con nadie, no tengo ni pajolera idea de cómo se habla con un amigo/a sin parecer "un rarito". Creo que cuándo por fin vea a alguien me quedaré mirándole fijamente sin saber que decir y con una sonrisa de boba en la cara mientras pienso sin resultados algo que soltarle. Bua que angustia solo de pensarlo, creo que mejor sigo con esto del confinamiento no vaya a ser que me de un ataque de ansiedad ahí en medio. Esto de perder la capacidad de socializar nadie nos lo había advertido.

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  5. Había tenido durante toda su vida la percepción de que era un “bicho raro”, un ser de otro mundo aislado de la realidad que lo rodeaba. Desde la temprana infancia ese miedo a enfrentarse le acompañaba como si fuese su mejor amigo y habían ido creciendo a la par. Ahora en estos tiempos de pandemia, aquellas conductas que antes eran “raras” se convertían en usuales y obligatorias entre los que antes lo miraban con recelo. Esos comentarios con sorna pasaron a ser denuncias de los “balconazis” y él era un mero espectador de esta nueva realidad.
    De repente se sentía parte de algo. Parte de una sociedad que ahora era consciente de los peligros que supone un mundo globalizado. Por fin, ya no estaba solo en su lucha. Bienvenidos a su realidad, que ahora es la nuestra.

    Escrito por: Francisco Javier Blanco Pozo - 2ºB

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  6. Tengo miedo porque nuestra sociedad cambiará mucho, pero creo que también tiene su parte buena, ya que esto de estar confinados nos puede beneficiar en estar más tiempo con nuestros padres y hermanos o hermanas, y conocerles más.
    Yo siempre he pensado que algo malo nos iba a pasar, y aquí lo tenemos, el coronavirus. Ya tengo una historia que contar a mis hijos y nietos. Tengo miedo de cómo será mi relación con mis amigos y compañeros cuando nos veamos de nuevo.
    Cuando todo esto acabe, o por lo menos sea una normalidad a medias, lo primero que haré es darle un gran abrazo a la primera persona que vea por la calle.
    Ahora lo que deseo es que lleguemos a la fase 1, y así hasta llegar a la 4. Y después a la normalidad.
    Ahora solo cabe decir: TODO SALDRÁ BIEN, que es algo que no podemos perder, la esperanza.

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  7. Tengo miedo de que mi locura me dure toda la vida. Durante este confinamiento mi vecino de enfrente ha aprendido a tocar la guitarra en una sola semana encima del tejado. Al principio me volvía loco porque tocaba muy mal, pero ha conseguido tocar la guitarra muy bien una semana más tarde. Parece ser que mi vecino consigue la inspiración cuando se sube al tejado. Yo espero que a ningún otro vecino le de por tocar otro instrumento porque los inicios son muy malos y vamos a terminar todos locos en mi urbanización.

    LUIS MANUEL PEREIRA BENEYTO 4ºC

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  8. Buaaah... que guaapo está eso de ver en la tele mas de 20000 muertos por esos bichos raros que están apareciendo ahora. Buaaah... que guapo que solo podamos salir 2 horas al día debido a este "gran gobierno".
    Buaaah... que guapo ver que se puede salir a la calle y el paseo marítimo de Barcelona parece la feria que no hemos tenido.
    Y me faltaría espacio para todas las locuras que se me vienen a la cabeza y que obviamente podría hacer, pero no las hago porque hay cosas mas importantes que hacer.

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  9. Querido diario:
    En mi espejo hay alguien, se parece a mí, pero es muyyyy diferente ¿Quién será?. Parece una loca que me está acosando, se limpia las manos cada dos por tres, lleva los cascos puestos a todas horas, y me ha dicho que no soporta seguir ahí encerrada.
    Yo le he dicho que salga, pues está un poco pálida y además tiene ojeras, me dice que no logra dormir bien y que encima sus profesores le están explotando con tantísimos deberes, que se pasa tooooda la mañana estudiando y que además ya no soporta ni una voz, que por eso lleva los cascos. Además la veo haciendo ejercicio por la mañana por la tarde y por la noche, yo creo que está un poco obsesionada ¿Por qué estará así?

    Querido diario:
    Hoy he vuelto a hablar con ella, resulta que está así porque hay un bicho fuera que procede de China, que alguien se comió un murciélago y ahora ha llegado a España.
    Dice que tiene mucho miedo y que llora mucho, creo que se lo voy a decir a mi madre a ver si la puede ayudar.

    Querido diario: estoy de cámino al psicólogo, resulta que la del espejo era yo, no debí contarselo a mi madre, ahora me esta llevando al psicólogo porque dice que esta cuarentena me ha afectado mucho y que me estoy volviendo loca.

    Querido diario:
    La psicóloga me ha dicho que es normal, que tantos días sin fiesta me está afectando muchísimo y que no haber bailado los nuevos álbumes de raeggeton antes de la cuarentena es muy duro para mi y otros muchos adolescentes, y que el hecho de cumplir 18 años este 2020 me va a afectar muchó más. Me ha dicho que me vaya haciendo la idea porque todavía nos queda, que hable con mi amiga la del espejo si es necesario... pero que hay que aguantar por el resto de la sociedad!

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  10. Me vuelve loca estar encerrada, me vuelve loca escuchar a mi hermano desvariar, me vuelve loca que todo esto sea verdad, me vuelve loca que cuando justamente me tumbo a descansar mi madre o mi padre me pidan algo a por lo que me tengo que levantar, parece que esperan a que me siente.
    Me vuelve loca que a la hora de repartir el puchero mi hermano se lleve la papa mas grande, me vuelve loca que entren en mi habitación sin llamar a la puerta, me vuelve loca no saber organizarme las tareas, me vuelve loca que entren a mi cuarto y al salir no cierren la puerta, me vuele loca que me interrumpan y como todo esto hay 734.982.726 cosas más, pero sobre todo me vuelve estar loca el pensar que todas estas cosas ya me pasaban antes de estar encerrada.

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  11. Lo realmente real de esta locura,es la capacidad de convivir entre paredes con nosotros mismos,con nuestras emociones y sentimientos,y lo tan pacientes que podemos llegar a ser.
    Mi locura es el amor por los que no puedo tener a mi lado en estos momentos,ya sea,por cuidarlos para que estén a salvó,como por los que no viven conmigo.
    Es loco lo que vivimos,aunque depende de como lo vivamos así aprenderemos a valorar lo que nos rodeaba,lo que nos importa y lo que queremos ser o vivir tras esto.
    Puede ser una locura pero luego de estar encerrada durante estos momentos,he podido conocerme y mejorar algunas de mis cualidades como ser humano,entre ellas las cosas buenas que antes tenía nubladas.

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  12. Junto a la sombra de la luna reflejada en el lago cristalino se vio una extraña criatura junto a los árboles, sentí que algo me acechaba. Al notarlo me estremecí a pesar de su pequeño tamaño posee un aura muy feroz con sus largas y curvas garras, orejas puntiagudas, su hocico es largo y estrecho comenzó a extender sus alas para cercarse a mi. Mi cuerpo no responda, aunque mandara ordenes mis piernas estaban de piedra, solo me quede ahí mientras se hacia mas grande. Sentí un terror profundo.

    Mi respiración comenzó a agitarse más y más hasta el punto en el que notaba como si una orquesta estuviese resonando en mi pecho. Al fin mis piernas me respondieron así que comencé a correr pero, como era de esperar, era más rápido que yo, note mi cansancio y decidí esconderme para recuperarme pero no tuve ni siquiera un suspiro, no importaba en donde me escondiera o dónde huiría siempre me encuentra, no sé qué es lo que quiere ni tampoco que es lo que quiere de mí. Entre en pánico y decidí confrontarlo y esa decisión fue mi perdición no solo para mi si no que también para los demás.

    Pero... No hicieron falta más de dos minutos después de hacerlo para darme cuenta de que debí pensarlo antes... Ahora... Preferiría estar muerto... Ya que todos se infectaron por mi mala decisión y no puedo más con este sentimiento.

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  13. Helena Fernández Flores 2º BACH E11 de mayo de 2020, 4:01

    A: —¿Hay un Dios?

    B: —No lo sé.

    A: —Solo dime.

    B: —Lo haría si pudiera. Pero no lo sé. Tampoco lo sabe cualquier otra persona.

    A: —Mamá lo sabe.

    B: —No. Mamá tiene fe… Y eso es algo genial para tener. Pero la fe es lo que piensas, lo que sientes. No es lo que sabes.

    A: —¿Qué hay de Jesús?¿Él es Dios?

    B: —No lo sé. Tengo una opinión, pero esa es mi opinión y podría estar equivocado. Entonces, ¿por qué voy a arruinar la tuya? Usa tu cabeza. Pero no tengas miedo de creer en las cosas tampoco. Te diré que, sin embargo, de una forma u otra, todos terminamos de nuevo juntos al final. Eso es lo que estas preguntando, ¿verdad?

    A: —Sí.

    Y lo entendimos todo en ese momento....

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  14. Ohhh que miedo tengo al ver y sentir que en estos dos meses no he podido ver a mis amigos, profesores y familiares durante dos meses en cuarentena. No puedo pensar en qucomo vamos a reaccionar tras descubrir que a partir del 11 de mayo se puede ver a tus amigos y familiares, no puedo creerlo. No me gusta este tipo de virus, porque parece que es tontería pero tarde o tempano nos vamos a dar cuanta de que esto va a recaer otra vez. Tengo miedo que a un ser querido mio o algún amigo mio que se infecte y lo pase muy mal. Tengo miedo a después de lo que va a pasar durante todo este tiempo que no hemos salido ni para ir al super... No puedo mirar que por culpa de este coronavirus se hallan ido gente maravillosas... Quiero que pase ya este año porque no quiero sentir el vació que se siente al enterarte de que alguien esta infectado. Por favor dios sálvanos a todos y darnos un milagro.

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  15. Todo en mí ahora es un caos no sé en qué día vivo ni la hora que es, hasta que mis queridos vecinos me la recuerdan. Las mañanas son horribles, nunca quiero despertar y darme cuenta de la dura realidad que me espera. Estoy mejor soñando que soy libre, luego despierto y sigo encerrada con un montón de deberes que hacer, sin poder relacionarme con nadie más que mi madre si es que no se va a trabajar. Me paso el día entero limpiando y organizando la casa de pe a pa. Tengo todo el armario organizado por colores y formas en la escala cromática del arcoíris. Todos los libros colocados de mayor a menor y obviamente por colores en la escala cromática del arcoíris. Y así con todo, los cuadros también alineados paralelamente y perpendicularmente. Y es que no puedo ver nada fuera de su sitio. No sé qué haré cuando vuelva a ver a mis amigos y los invite a casa. Tendré que obligarlos a quitarse los zapatos en la entrada, luego se deberán lavar manos, después les pediré que desinfecten su móvil, con el bote de alcohol, les tendré que avisar antes de que deberán llevar ropa de recambio en una mochila y les echaré a lavar la ropa sucia junto con la mochila. Inmediatamente se lavarán las manos. Además, tienen que llevar todo el tiempo mascarilla, por si acaso y no pueden acercarse a nadie a menos de dos metros. Y luego cuando se vayan, limpiaré de nuevo todos los rincones de la casa. Uff que trabajo. ¿Me seguirán aguantando después de tantas normas?¿Y cómo voy a saludarlos? No puedo abrazarlos, no puedo besarlos, no puedo ni chocar la mano. Yo, que siempre he sido muy cariñosa y de demostrar mi afecto. Se crearía un momento muy incómodo, no podría demostrar mi entusiasmo en volverlos a ver. Mejor no los veo, así me quito de todo problema.
    Sara Valero Domínguez, 4ºA

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  16. Yo pienso que estar tanto tiempo en casa, realmente me ha hecho darme cuenta de manías que mi familia tiene y de verdad no me había parado a mirar. Pero yo creo que no las tienen desde siempre, ni mucho menos, lo que sucede realmente es que la cuarentena les está afectando, igual que a mi, aunque lo nieguen rotundamente. Pero no solo he descubierto manías suyas, sino también mías. En mis catorce años, nunca, pero verdaderamente NUNCA me había fijado en que la cubertería de mi casa tiene dibujitos, ¡que van por parejas!, yo estoy flipando. Y diréis: pero... ¿qué más da? Ya, bueno pues yo soy una de esas personas que no puede ver dos calcetines desparejados, que si los cojines del sofá tienen un orden tiene que ser el mismo SIEMPRE, etcétera. Y como no es para menos, cada vez que pongo la mesa, tienen que estar todos los cubiertos perfectamente ordenados o realmente me da coraje. Es que no lo puedo remediar. ¡No sé a que viene esa extraña manía ahora!

    Blanca Barajola Marín 2º ESO A

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  17. Luis Miguel De las Casas 2ºBACH E12 de mayo de 2020, 14:24

    Son tiempos difíciles, tiempos nunca presenciados por ninguno de nosotros y, como todo lo desconocido, da miedo. Personalmente no tengo miedo de contraer el virus, durante estos dos meses, por lo que más he temido es por lo asocial. Soy una persona que no puede permanecer más de un día encerrado en casa, necesito ver a mis amigos, a mi familia, dar un paseo, hacer deporte al aire libre, cenar en un restaurante… Me daba y me da miedo tener que pasar más tiempo confinados. A medida que pasaban los días mi paciencia se agotaba y mi ansiedad aumentaba. Me irritaba por cualquier cosa, como por ejemplo cuando mi madre o mi padre me interrumpía cuando estaba viendo una serie o haciendo deberes o deporte, cuando el wifi me iba lento, cuando se me acababan las pipas viendo una película, etc. Pero a pesar de esto he podido reflexionar, me he dado cuenta de que a pesar de estar en la era digital, a pesar de poder hacer videollamadas o jugar videojuegos con tus amigos, las personas necesitan presencia física siempre. Espero que esta situación sirva para que las personas aprecien lo que tienen, porque, desgraciadamente, es en tiempos de crisis cuando la gente aprende a valorar.

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  18. En estos momentos estoy viviendo los momentos más difíciles de mi vida, tanto yo como todo el mundo.
    Tengo miedo de ver que pasara con la sociedad después de esto, las personas se están volviendo muy paranoicas he llegado a ver incluso a una señora gritarle a una chica joven e insultarle por no llevar mascarilla para hacer deporte.
    Tengo miedo solo de pensar en las familias los cuales su fuente de ingresos sean mediante negocios de cara al público ( bares, salones de tattoos) etc..y en estos 2 meses de confinamiento no hayan podido generar dinero por culpa de este mal bicho.
    Tengo miedo de salir ha hacer deporte y contagiarme del covid 19, me da mucho pánico pensar en que por mi culpa podría hacer daño a algún ser querido con el simple hecho de salir a la calle, no obstante, lo estamos haciendo muy bien y juntos superaremos esta crisis y saldremos más fuerte que nunca.
    Ánimo a todos y quédate en casa.

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  19. Francisco Javier Jiménez Martínez13 de mayo de 2020, 21:28

    Solo.
    Un anciano. Solo. Sin nadie. “¿Qué hago?”
    Ese anciano salía por las mañanas y por las tardes a tomar café. Solo. Siempre solo. Pero disfrutaba saludando a sus vecinos; Juana, Antonio, Manuel y Yolanda. Gozaba que le diera la brisa matutina en el contorno de su ajada cara.
    Había pasado una guerra, la hambruna, el olor de no ducharse en meses, las heridas de guerra, las batallas, la sangre. Por lo tanto, le daba absolutamente igual todo. No quería nada en la vida. Estaba inmunizado al dolor, a la pena, al hambre. Le daba igual estar en un estado famélico, pues nada le importaba.
    Escuchaba tonterías de una pandemia y se reía. “¿Qué más dará? He pasado mucho en mi vida. No creo que esto sea peor. Qué tontería. A esta edad. Imbéciles los que se asustan por esto”. Pero, no sabía que lo peor estaba por llegar, la soledad. La desdichada soledad.
    Ese viejo cascarrabias, enfadado y vacunado por los vaivenes y azotes de la vida como una muralla pétrea, escuchaba a una caja tonta, la televisión. Solo decía estupideces. “Un tío diciendo que viene una pandemia. ¡Hay que ser idiota!”
    Todo comenzó cuando ese “tío” impuso el confinamiento. El viejo empezó a hacer lo que le decía esa “caja tonta”. Por consiguiente, desinfectaba todo, limpiaba 4 veces al día, se duchaba el número de veces que nunca había podido hacer. Nunca había visto esas manías. NUNCA. Tenía MIEDO. Ahora sí que estaba SOLO. No era capaz de enfrentarse a ese terror. El peor. Estaba solo. Ahora sí.
    En medio de esta pandemia, después de dos largos y sufribles meses, no aguantaba más. “En la guerra por lo menos se podía salir a la calle”, decía. Era una angustia terrible. Una depresión de vasta dimensión. “¿Qué hago, por favor? ¡Por Dios!” No aguantaba esta guerra. A esta no le podía ganar. “¿Qué es esto?” Lloraba, solo lloraba, se estaba volviendo loco, alienado. “¡YA! ¡Quiero que pare, por favor!”
    Al cabo de unos días cogió su coche y, seguidamente se perdió.
    Al día siguiente apareció en un descampado, solo, pero muerto.
    Tengo 83 años, y esto lo estoy escribiendo en el presente. Me he dado cuenta que ese viejo soy yo. Estaba llorando. Era imposible. “¿Qué me está haciendo esta situación?”
    No me lo podía creer, hasta que lo hice solo.

    Mucho ánimo, que ya queda menos. Quédate en casa para que este inmundo bicho frene.

    Francisco Javier Jiménez Martínez 1º Bachillerato C.

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  20. Maldito Coronavirus.

    Había un chico de 17 años que estaba tranquilamente en su casa con sus padres y con su hermano haciendo sus deberes y estudiando, cuando de repente el presidente de Andalucía anunciaba que se cerraban los colegios, institutos, etc. por el coronavirus. Ese niño sentía dos cosas: felicidad y tristeza. Felicidad porque ya no volvía al instituto ni levantarse a las 8:30 de la mañana y podía estar más tiempo con la familia, y tristeza porque no volvía a ver a sus amigos, profesores y compañeros. Al día siguiente tenía instituto, la mayoría de las clases estaban vacías... Solo había silencio en el Juande.

    Ese chico tuvo que celebrar los cumpleaños de su familia y de sus amigos en su casa, ya que no podemos salir por culpa de la pandemia. También tuvo que celebrar el suyo. Cumplía 18 años, pero no como él quería. Él lo quería celebrar con sus amigos. Lo pudo hacer por videollamada (Skype).

    Desde que empezó el estado de alarma, este chico estaba el resto del día encerrado en su habitación ya que sus profesores le mandaban muchas tareas a través del classroom, correo electrónico, muchísimas clases por meet... también comenzó a tener manías, como lavarse las manos más de 8 veces al día, decirles a sus padres que por favor se pongan las mascarillas y guantes para que no se contagien del virus, es decir, tenía mucho MIEDO, hasta que llegó el día en el que el Presidente del Gobierno comentó que se podía a hacer deporte y a pasear. El chico se propuso andar todos los viernes para despejarse de los estudios, trabajos, etc. Y así lo hizo. Llegó ese día y él solamente veía a gente sin mascarilla, sin respetar la distancia, grupo de amigos quedando sin protección... Un DESASTRE. Llegó a su casa después de su hora correspondiente de paseo y le cuenta a su madre lo siguiente: "La gente tiene muy poca vergüenza. En vez de ir para delante, vamos a ir hacia atrás." Lo que os pide este chico es que si tenéis que salir ponerse la mascarilla y respetar la distancia. Y lo más importante, QUÉDATE EN CASA.

    Espero que vosotros y vuestras familias estéis todos muy bien. Os mando muchos besos y abrazos a todos los profesores y compañeros.

    Carlos Ruiz Morales. 1º Bachillerato C.

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  21. Dos meses que han pasado ante mis ojos, mientras yo me preguntaba qué iba a ser de nosotros en un futuro. Miles de preguntas asaltaban mi mente y no me dejaban dormir. ¿Cómo será nuestra vida después de esto? ¿Cómo reaccionará Menganito cuando me vea al fin? ¿Qué será de aquellas familias que han perdido a familiares y que ahora se encuentran en la peor de las situaciones? ¿Quiénes eran los fallecidos? ¿Cuáles eran sus sueños?
    Se me han pasado rápido, he de admitirlo, si bien es cierto que no voy a negar que haya tenido momentos en los que deseaba salir, correr hacia el campo y ponerme a gritar como una energúmena, deseando que todo esto acabase ya. No había salido: aguantaba por respeto a los casi treinta mil fallecidos y sus respectivas familias. No había salido porque prefería estar encerrada, sin contacto con nadie, antes que poner en riesgo a mi familia.
    Salí, ayer por primera vez salí. Quería dar un paseo, por supuesto evitando zonas concurridas y llevando mascarilla.
    Mientras salía sentía una opresión en el pecho, estaba aterrorizada. Calle, flores, gente…. Demasiada, diría yo. Unos con otros, sin mascarillas, dándose besos, abrazándose y un largo etcétera de comportamientos irresponsables. Estaba alucinando, mis ojos no daban crédito. Parecía que no habían tenido suficiente confinamiento y que quieren más, que querían coger el santo virus, que les daban igual esas vidas humanas. Paseé y volví a mi casa.
    Hoy me levanté emparanoiada con que me había contagiado, aún habiendo evitado las aglomeraciones y haber usado mascarilla. Me he dicho a mí misma que no volvía a salir porque me importa más el país que un capricho mío.
    Empatía. Empatía es lo que hace falta en estos momentos y no una panda de irrespetuosos caprichosos que no piensan. Bueno, sí, me he equivocado. Sí piensan: en ellos. Por supuesto me refiero a la gente que no sigue las pautas establecidas, los que lo hacen tienen todo mi respeto.
    Espero que dejemos de ser tan egocéntricos y miremos más por el conjunto de la sociedad.
    Un abrazo y fuerza, que ya queda menos.
    María Navarro Garrido 1 BACH C

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  22. Aún no me lo creo, sigo sin creerme toda esta subrrealista situación que parece una pesadilla de la que nunca despertaremos. Tengo miedo, sí mucho miedo, porque aunque ya se pueda salir poco a poco, sigo sin ver la luz a este estúpido túnel, sigues con la incertidumbre de a quién te puedes acercar, quién será asintomático. Seguirás esquivando a personas y seguirás lléndote a la acera de enfrente para no cruzarte con nadie.
    Es salir y entran ganas de llorar, parece que estamos en un apocalipsis, que el mundo se acaba, todo el mundo con esas estúpidas mascarillas y sin poder ver risas ni sonrisas por las calles, a las cuales le falta la alegría y el sonido de los niños de fondo.
    Sinceramente, cada día me apetece más quedarme en casa porque es una salida continúa llena de miedos
    e incertidumbres, a esto se le une que si en casa hay personas de riesgo incluyéndome a mí, más aún.
    Después de dos meses, a principios de semana fui con mi madre y mi hermana a ver a mi prima de seis años, ya que antes se pasaba las 24/7 en mi casa, y ya casi hacía dos meses que no veía su carita. Lo peor de todo, que ella me diga "tengo muchas ganas de darte un beso, ¿Por qué no puedo? si tú no tienes el bichito" Y cómo explicarle toda esta locura a una simple niña de seis años. Ese momento, para llorar.
    Tengo ganas de ver a mis amigas, y creo que aunque se pueda hacer ya, no lo hago por no pasarlo mal, por tener ese miedo e incertidumbre y no poder darles un abrazo en condiciones. Poco a poco nos iremos apagando, así que espero que esto acabe pronto o nos volveremos auténticos locos levantándome y haciendo deberes las 24h.
    Aún así hay cosas positivas que he aprendido a valorar. Me ha dado por tomar el sol en la azotea o hacer deporte. Incluso he jugado al volley a través de un muro con mis vecinas o hemos hecho la fiesta del agua cada uno en su patio. Ya lo veo rutina y no le veo el fin, al menos me desahoga hablar con personas diferentes que no sean de mi familia. Antes, mi hermana y yo nos peleábamos por la ropa, hora de llegada, dinero, etc y ahora por la tecnología para los trabajos y las videollamadas de clase, para que no se nos escuche a la otra en la videollamada de cada una, valga la diferencia.

    Rocío Aradilla Bermúdez 4°C.

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  23. ·MIEDO·

    A que no me quieras. A que no me quiera. A que no te quieras. A que no te quiera.
    A ser demasiado rígida. A quedarme sin voz.
    A no llegar. O a terminar por ser demasiado.
    A estar vacía. O a llenar mi vacío contigo.
    A que seas mi hogar y ya no pueda pagar el alquiler.
    A que te vayas. A que se vayan.
    A la soledad. A no volver a veros jamás.
    A perderme. A no querer encontrarme. O que nadie me busque.
    A que sepan quién soy. A que no lo sepan. A que no lo sepas.
    A que te vayas, y te eche de menos toda la vida.
    A echarme de menos toda la vida. A la persona que era contigo. A la que soy. A la que tal vez llegue a ser.
    A no ser nadie. A ser alguien que no era.
    A no volver a escuchar tu risa.
    Y como consecuencia, no volver a escuchar la mía.

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  24. Miedo.

    A veces reía (sin saber por qué lo hacía), a veces lloraba y otras buscaba la manera más rápida de acabar con todo, de acabar con él. ¿Miedo? No, incertidumbre. Pues, no sabía la magnitud de lo que estaba sucediendo o, por lo menos, no era capaz de discernir lo que era mentira de lo que era verdad, ya que los medios de desinformación lo mezclaban. Tampoco le importaba mucho, pues ya a su avanzada edad solo creía lo que veía con sus ojos. Se había alejado de todo, de Dios, de los hombres, de él mismo. Solo tenía cerca su pequeño libro de Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, en el que veía reflejada la situación en la que vivimos. Y, es que aquel viejo señor, que ya hacía casi un decalustro que peinaba canas, siempre fue un amante de la lectura y de la filosofía, por ello, cada vez que el virus, o el bicho, como el acostumbraba a llamarle, se cobraba un nuevo centenar de víctimas, repetía su frase favorita de Don Miguel de Unamuno, que reza así: "Venceréis, pero no convenceréis...". Mas, sabía que, si le tocaba enfrentarse cara a cara con esta nueva enfermedad, el sería quien perdería. Pero tampoco tenía miedo de perder, pues la vida le había quitado tanto, que le había quitado hasta el miedo. Él era aquel anciano romancero que luchó en las barricadas por la España, por la idea, en una edad ya lejana, que escribió José Antonio Balbontín en su poema. Por lo tanto, después de haber sido participe de una lucha, no quería meterse en otra.

    José Luis Campos Sosa 1° Bach C

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  25. SUEÑOS.

    Bueno, resulta que soy una persona que cuando sueña algo la mayoría de veces por la mañana, se acuerda. De vez en cuando, me gusta apuntarlo en algún sitio porque sé que cuando lo lea me va a hacer gracia o me voy a sentir bien al leerlo. Durante este periodo de cuarentena, lo sueños se han vuelto mucho más raros: si antes soñaba cosas sin sentido ahora de verdad no tienen ningún tipo de relación entre ellas y por ello, me levanto confusa. Realmente no se qué pensar, ahora no tengo ni que apuntarlo porque me acuerdo de los sueños perfectamente, con todo detalle. Además, puedo estar por ejemplo leyendo y me viene un sueño del cual recuerdo todo y pienso que fue el que tuve esa misma noche pero luego me viene la idea de que puede que sea de la semana pasada. Mi mente juega cada vez más con el tiempo y eso me asusta.


    Está claro que la cuarentena está afectando en muchos ámbitos, pero pienso toda la influencia que puede tener en nuestras poderosas mentes, que me hace reflexionar.




    Alba del Carmen Molina Garrido 4ESO B

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  26. Álvaro Orts Baena15 de mayo de 2020, 21:22

    Mi locura durante el confinamiento viene determinada por la gran incertidumbre. Reflexiono y reflexiono, parece ser que demasiado, hasta el punto del desvarío.

    La calle, propiedad global anteriormente, ahora es tierra de nadie. Era una estancia más de nuestra casa, con la particularidad de ser compartida con el resto del mundo. Antes, presenciaba nuestro libre albedrío: abrazos y caricias pasaban desapercibidos. En este momento, ya no forma parte de nuestro hogar: cada paso, cada palabra, sirve de alerta para miles de almas asomadas al balcón, con sed de cualquier otro sentimiento que no sea el aburrimiento. Por eso, dedican miradas afiladas y vocean agravios desde la ventana para defenestrar su frustración.

    Asimismo, la naturaleza tiene la exclusividad de poder desarrollar su vida en la calle, ya que siempre ha sido habitante del paisaje. La naturaleza, esa que sigue su curso pues somos totalmente prescindibles. Somos una amenaza para ella y este confinamiento le ha supuesto un respiro, ¿le tendremos que pedir permiso para regresar? ¿Es el mundo más suyo que nuestro? Si me apuro, sólo podríamos decir que somos los únicos que apreciamos su belleza. ¿Son las flores bellas mientras nadie las mira? ¿Conservarás tú la belleza? ¿Es esta un producto de mi amor?

    Por último, tengo que decir que ya no me acuerdo de qué se siente al discurrir por la calle sin un rumbo prefijado, como si ese discurrir fuera un fin en sí mismo, no un medio para ir a la farmacia, etc. ¿Volverán a fundirse unas manos con otras manos? Si, afortunadamente, nos abrazáramos de nuevo, ¿sentiremos lo mismo? Si es así, ¿se hará lo propio con los posteriores abrazos o volverán a ser inadvertidos y considerados parte de la normalidad? Deseo que las respuestas a estas preguntas no se demoren y sean satisfactorias.

    Álvaro Orts Baena 1º Bach C

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  27. Siempre he sido una hija normal, o al menos me lo he considerado. Pero ahora que mi madre no está en casa y estoy sola con mi padre, me encuentro a mi misma entretenida poniendo lavadoras, tendiendo, doblando, todas esas cosas que nunca he tenido la necesidad de hacer hasta ahora. A veces me paso una temporada sin hacer la colada, pero cuando eso pasa, me pego un maratón de poner lavadora, tender, doblar, poner lavadora, tender doblar, y así sucesivamente.


    LIA PITLO VELLIDO 4B

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