9 de octubre de 2013

Me encanta "Cachitos"

 

En enero, nuestro bibliotecario (qué palabra más hermosa) tuvo una idea genial: incitar a los lectores seguidores del blog a poner en los comentarios de la entrada correspondiente un fragmento de obra literaria o una cita o una pieza para despertarnos el apetito  y seguir leyendo. Gracias, Hipólito. 
Él, perseverante, os recordó en mayo que esa sección seguía viva. Y si escribo esta entrada ahora es para que sigamos haciéndolo. Es decir, esto es solo un recordatorio y un mensaje de ánimo para que sigamos aportando "cachitos" .
Aprovecho para poner uno, homenaje a la ya fallecida Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996:



Las tres palabras más extrañas

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

9 comentarios:

  1. El cuento número trece.

    "Mi queja no va dirigida a los amantes de la verdad, sino a la Verdad misma. ¿Qué auxilio, qué consuelo brinda la Verdad en comparación con un relato? ¿Qué de bueno tiene la verdad a medianoche, en la oscuridad, cuando el viento ruge como un oso en la chimenea? ¿Cuándo los relámpagos proyectan sombras en la pared del dormitorio y la lluvia repiquetea en la ventana con sus largas uñas? Nada. Cuando el miedo y el frío hacen de ti una estatua en tu propia cama, no ansíes que la Verdad pura y dura acuda en tu auxilio. Lo que necesitas es el mullido consuelo de un relato. La protección balsámica y adormecedora de una mentira."

    ResponderEliminar
  2. Una burlona ley de la vida es la siguiente: es amado no quien da, sino quien exige. Esto es, es amado quien no ama, porque quien ama da. Y es comprensible: dar es un placer más inolvidable que recibir; lo que hemos dado, se nos vuelve necesario, es decir, lo amamos.
    El dar es una pasión, casi un vicio. La persona a la que damos, se nos vuelve necesaria.
    Cesare Pavese : El oficio de vivir

    ResponderEliminar
  3. Un "cachito" de regalo para Germán:

    DE VITA BEATA
    En un viejo país ineficiente,
    algo así como España entre dos guerras
    civiles, en un pueblo junto al mar,
    poseer una casa y poca hacienda
    y memoria ninguna. No leer,
    no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
    y vivir como un noble arruinado
    entre las ruinas de mi inteligencia.
    (Jaime Gil de Biedma)

    ResponderEliminar
  4. ¡Alguien ha tenido que decirte que este es, desde los dieciocho años, mi poema de cabecera! Me lo enseñó el peor profesor de literatura que jamás he tenido. Y es que los profes de literatura son como los cerdos... De ellos se aprovechan hasta los andares. Te contesto con otro del mismo autor:

    NO VOLVERÉ A SER JOVEN

    Que la vida iba en serio
    uno lo empieza a comprender más tarde
    -como todos los jóvenes, yo vine
    a llevarme la vida por delante.

    Dejar huella quería
    y marcharme entre aplausos
    -envejecer, morir, eran tan solo
    las dimensiones del teatro.

    Pero ha pasado el tiempo
    y la verdad desagradable asoma:
    envejecer, morir,
    es el único argumento de la obra.

    (Las cosas ciertas nunca son tristes, digo yo. Lo triste es la mentira.)
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Va la cosa de encadenamientos, parece. La primera estrofa es la que cierra el Aula Virtual de 2º de Historia de España. Como diría Arsuaga, somos bichos recursivos hasta en la empatía.

      Eliminar
  5. Maravilloso Gil de Biedma. Gracias por tu "cachito", Me encanta. Y por ti.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.



    Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

    Julio Cortázar. Fragmento de Rayuela.

    ResponderEliminar
  7. El Canto de los Cronopios

    Cuando los cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.
    Cuando un cronopio canta, las esperanzas y los famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del cronopio es Salomé desnuda danzando para los famas y las esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias. Pero como en el fondo son buenos (los famas son buenos y las esperanzas bobas) acaban aplaudiendo al cronopio que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.

    Historias de Cronopios y de Famas. Julio Cortázar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fantástico.
      No sé si me gustaría ser cronopio, fama o boba esperanza...
      Besitos.

      Eliminar