28 de marzo de 2017

Los libros arden. Para mal...

"A veces me pregunto si hay algo que diferencie de una forma totalmente evidente a los animales de los seres humanos". 

Como todos los días, hoy me encontraba realizando mi tanda de ejercicios rutinarios, cuando algo consiguió separarme de toda la concentración que se necesita cuando se está haciendo deporte. 

Me dirigía hacia la salida de un parque infantil de mi pueblo notando que pisaba algo raro... Tras dar varios pasos que sirvieron a mi subconsciente para cerciorarse de que aquello sobre lo que caminaba no era suelo, decidí mirar abajo para darme cuenta de que eran hojas de libros totalmente calcinados que se encontraban esparcidas por todo el suelo. Exactamente los mismos que en otro momento habían servido para abrir la puerta que dan hacia la cultura y el conocimiento, me los encontraba en ese momento reducidos a cenizas y pequeños trozos de plástico quemado.

Frené en seco. Esta vez me dio igual que mi aparato locomotor se enfriara bruscamente, porque fui consciente de la gravedad que presentaba la escena que con incredulidad me encontraba observando.
Como a cualquier otra persona que se hubiera encontrado en mi situación, lo primero que aparecía en mi mente era la pregunta de "¿por qué...?".
¿Por qué alguien se iba a encargar de invertir su tiempo en tal calamidad?, ¿por qué alguien desearía terminar con la buena iniciativa que representaba el cajón que podemos ver en las fotos?, al fin y al cabo, ¿por qué el ser humano es a veces como es...?
Esta caja formaba parte de un proyecto con el cual se pretendía que los habitantes del pueblo, (sobre todo niños y niñas), pudieran disfrutar de la magia de los libros, la misma que nos hace sumergirnos en nuevos mundos y misterios cada vez que abrimos uno.

Pero no vengo a denunciar el acto en sí: la realidad es que está ahí, y que las personas culpables de dicha barbaridad (cuyos posibles calificativos no pienso mencionar en este post), no saldrán.

Lo que pretendo es demostrar que la ignorancia es algo que debemos vigilar, ya que como observamos día tras día, en casos extremos puede llegar a ser fatal. 
Y esta misma es la que puede llegar a provocar que hagamos comentarios sobre mi generación y la juventud, que "metan a todos los adolescentes en un mismo paquete", limitado por unos estereotipos que han marcado los que menos nos representan...
(Y por supuesto, es un hecho que este tipo de actos nos son achacados a nosotros).
Pues bien, yo hoy soy un chico que se va a permitir el lujo de representar a aquellos adolescentes que denuncian y lamentan este tipo de situaciones. Considero que es necesario que se sepa que todavía somos muchísimos los que condenamos todos aquellos actos que demuestren ineptitud, incultura e inconsciencia. 
Por lo tanto, que califiquemos estas acciones como "sin sentido", representa mucho más que nuestro desacuerdo con ellas; significa que luchamos y seguiremos luchando para que sean las últimas y así todos podamos disfrutar de un mundo mejor.


Pablo Mena, colaborador de Aequitas25 y Bibliojuande

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