19 de septiembre de 2014

Imagina tu propio entierro

         La muerte es inevitable; es lo único seguro de este mundo. Quizás por eso ha sido tratada en la literatura como tema recurrente desde los primeros textos literarios. Algunos autores, como el escritor argentino Oliverio Girondo, se han acercado a ella con un tono sarcástico y humorístico que pretende desmitificar ese doloroso trance para convertirlo en algo cotidiano  y  cercano, tan terriblemente humano y real como la vida  misma. .
En 4ª de ESO hemos utilizado este texto como base de la prueba inicial y hemos pedido a los alumnos y alumnas que escriban un  pequeño relato imaginando su propio entierro, siguiendo el estilo sarcástico y humorístico del autor,  y le hemos sugerido que lo publiquen en esta entrada como comentario.
Puedes leer el texto de Girondo pinchando.aquí

44 comentarios:

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  2. De repente me encontraba en aquella sala del tanatorio, no entendía cómo había llegado a aquel lugar. Un grupo de gente se asomaba a la habitación contigua a través de un cristal.

    Me di cuenta de que todos eran familiares y amigos míos, algunos lloraban desconsoladamente, otros se mostraban serios y pensativos; pero me llamó la atención un grupo de personas que hablaban en voz alta y no parecían muy tristes. “No debían querer mucho al difunto” pensé.

    Entonces caí en la cuenta de que tenía que ser alguien cercano a mí el que había muerto. Así que me abrí paso entre la gente, nadie parecía dirigirme la palabra, ni siquiera me miraban.

    Me acerqué al cristal y al mirar el ataúd lo comprendí todo: recordé aquel semáforo, aquel coche viniendo hacia mí, el sonido de la ambulancia, una repentina oscuridad... y la luz del tanatorio.


    Claudia Pérez Zapata 4º ESO A

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  3. Por desgracia, en un día tan oscuro y lluvioso como el de hoy llegó mi hora, me tocó a mí, los médicos hicieron todo lo posible por evitar este suceso tan trágico, pero no pudieron hacer nada. Posteriormente llegó la hora del entierro, todos mis familiares y amigos se despidieron de mí por la que lógicamente sería la última vez y tras unas palabras, fuí enterrado...

    Bueno tan solo deciros, que la vida se esfuma en un momento, y tenemos que aprovecharla, ya que sólo se vive una vez, y la muerte es un lugar en el que no se puede vivir y no tenemos hay manera de escapar de ella, así que espero que sigan mi consejo y disfruten al máximo, ya que vidas, sólo hay una y hay que aprovecharla...

    Miguel Ángel Campos Rodríguez.
    4º ESO C.

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  4. Sentí una sensación muy rara,el corazón me dejo de latir,mis pulmones dejaron de funcionar y ya no podía abrir los ojos.

    Pero aun estando muerta escuchaba a mis familiares y seres queridos llorar desconsoladamente, mis amigos intentado consolarlos pero a la misma vez ellos llorando y pasándolo mal. Pero lo que más me sorprendió, fue ver a gente con la que no había tenido apenar roce allí y consolando a mis familiares e incluso a mis amigos.

    Ahora me arrepiento de haberme montado en aquel coche,sabiendo que esa persona iba bebida...

    Andrea Díaz Fdez
    4º ESO A.

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  5. Y ahí estaba yo, encerrado, y en lista de espera, nervioso por saber donde iré a parar, si lo que me esperan son años en descomposición, o las abrumadoras llamas incandescentes del crematorio.
    Me muevo, podría decir que noto la sangre corriendo por mis venas, pero no es así. Sentía el paso arrítmico de mis portadores acompañado por una música fúnebre de fondo. La oscuridad se cierne sobre mí.

    José Antonio Domínguez 4ºB

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  6. ¿Dónde estoy? Lo último que recuerdo es estar conduciendo hacia la oficina… ¡y ahora me encuentro aquí!, inmerso en una oscuridad total y con esta sensación tan extraña de pesadez. Me siento pegado, inmóvil, paralizado: no puedo mover ni un músculo; y esto empieza a asustarme, ¿por qué no puedo sentir nada?

    Un momento, ¿es eso que oigo un órgano? Siento que me elevo lentamente; al son de la música; cada vez me noto más ligero, más libre. Cada vez hay más claridad y por fin puedo ver algo… ¡Oh no!, ¿es ese cadáver que reposa en ese ataúd mío? Entonces… ¿Estoy muerto? ¿Todo ha acabado para mí?...

    Supongo que debería sentirme triste, conmocionado; pero lo único que siento es paz. La calma me invade poco a poco, y siento como se rompen unas ataduras invisibles que me mantenían ligadas a aquí. La velocidad a la que subo aumenta, haciendo que mi visión se torne blanquecina, sumiéndome en una luz cegadora que se podría decir que me ilumina desde dentro…

    Fernando del Águila Rodríguez 4ºD

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  9. MI VELATORIO

    ¿Pero qué están haciendo conmigo? ¿Se puede saber quién les ha dado permiso a estas dos mujeres para que me laven? Estoy perplejo, no doy crédito de lo que está sucediendo. Nunca me ha gustado eso de me vean desnudo, ni siquiera mi madre cuando era adolescente. Sólo recuerdo que cuando estuve vivo por última vez, estaba pasándomelo en grande en la feria, pero bueno, tampoco es que esté mal ahora. Me han metido en un ataúd bastante cómodo, nunca habría imaginado que iba a estar tan a gusto después de muerto.

    Me han colocado en el salón de casa, ya hay varias personas que llevan aquí horas, pero no consigo identificarlas. Acaba de sonar el timbre y empiezan a entrar prácticamente toda mi familia y amigos. Acaban de abrirme la parte de arriba del féretro y vislumbro algo de luz. Nunca quise que mi velatorio fuese triste, así que decido caldear un poco el ambiente. Cuando mi prima se acerca a verme y empieza a decirme cosas como para que la escuche allí donde fuera, yo abro descaradamente los ojos y ella da automáticamente un chillido y cae al suelo. No puedo reírme más por dentro, aunque me da un tanto de pena. Todos se acercan a atenderla, pero se recupera pronto y no recuerda nada.

    Un par de camareros empiezan a sacar bandejas y bandejas de comida y las ponen sobre la mesa en la que comíamos en Nochebuena. No puedo creer que vayan a darse tal festín a mi costa, ¿y yo aquí muerto de hambre? Nunca mejor dicho… Mi cara de asombro es tal, que cuando veo a mi vecina zampando como si no hubiese un mañana, no puedo evitar entrar en cólera. ¿Y se supone que en un velatorio son ellos los que tienen que estar mal? Pues es si eso es pasarlo mal, yo ahora mismo no sabría dónde meterme porque vaya telita… Espero que por lo menos lloren un poco cuando acaben el banquete un tanto ebrios.

    Óscar García Portero 4º ESO D

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  10. Mi velatorio

    ¿Yo aquí patitiesa de por vida y lo único que se les ocurre es hablar de quién se quedará con la casa? No sé si el notario habrá dado ya la noticia, pero por como se pelean, no deben saber todavía que la casa será derribada. Siempre me dio un palpito de que todos esos viajes y regalos que mis hijos me hacían no eran más que puro peloteo, no por contentar a su vieja madre.
    Y hablando de viejas... ¿qué hace aquí mi consuegra? Que tenga que seguir soportándola incluso muerta... Siempre con sus teatrillos, que no era una actriz ni del tres al cuarto. Todos sabían que nos llevábamos mal, así que nadie se creerá esas lágrimas de coco... ¿¡Pero qué hace mi hija consolando a la vieja esa!?
    ¿Y ahora a qué vienen a molestar? Ah bueno, si es a bajarme la tapa que entren, a ver si así se puede descansar algo algo, porque cuán equivocados estamos cuando decimos "descanse en paz"

    María Barajola Marín 4º ESO D

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  11. Cerré los ojos y, al instante, aparecí en un gran jardín lleno de tumbas. Cuando me di cuenta de que yo estaba metida en una de ellas.
    No sabía qué pasaba, hasta que vi a mis padres, a mi hermana y a mis tíos llorando desconsoladamente. Me di cuenta de que tenían que estar llorando por mí.
    A su lado, vi a mis dos mejores amigos abrazándose. Miré hacia la derecha y vi a mi enemiga Claudia. Ésta estaba haciendo un buen papel, ya que estaba emocionada cuando desde pequeñas no nos soportábamos.
    Justo al lado, vi a David, con quien me llevaba bien pero no tan bien como para que estuviera llorando. Ahí me di cuenta de que su interés por mí, no sólo era interés y que me llevaba queriendo desde hace bastante tiempo.
    Sonreí por ello, y volví a cerrar los ojos, esta vez para siempre.

    Mercedes Segura Fernández 4º ESO A

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  12. Sentía una sensación muy extraña, por una parte me alegraba pensar que había vivido muchos años y necesitaba descansar eternamente, pero tampoco quería que todo esto se acabara.
    Quizás sólo era una manera de autoconvencerme, pero tenía la buena esperanza de volver a encontrarme con mis familiares y amigos.
    Una vez que ya estaba allí, comencé a reencontrarme con muchos conocidos, incluso de alguno de ellos ni si quiera me acordaba.
    Entre ellos se podía observar todo tipo de reacciones, algunos se mostraban indiferentes e incluso comentaban sobre mí en voz baja, a juzgar por sus caras, no tenían muy buenas críticas para mí.
    Afortunadamente, la mayoría se mostraban afectados y eso me alegraba.
    Fue así como me dí cuenta que no a todo el mundo se puede agradar, y que las críticas formaban parte de la vida y de la muerte.

    Mª José Herencia Cuenca 4ºA

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  13. Cómo me gustaría resucitar por un momento y ver qué están haciendo y que sienten todos a mi alrededor.
    ¿Quién sabe que dirán de nosotros al morir?¿Hablarán bien o mal?¿Se sentirán aliviados o, en cambio, con un gran vacío?
    Desde aquí escucho llantos desconsolados, seguramente serán de mis familiares y amigos más cercanos.
    ¿Algunos de los que se han comportado mal en vida con nosotros se sentirán culpables por no darnos el trato merecido?¿O simplemente les es indiferente?

    IRENE FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ 4A

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  14. Abrí los ojos y estaba todo oscuro y frío, casi no me podía mover. Toqué las paredes de aquel recinto, era madera, estaba en un ataúd. Entonces escuché la voz de un hombre, era el cura. Estaba en el cementerio, en mi entierro. Allí estaba toda mi familia y amigos; uno a uno fueron pasando delante mía. De pronto empezaron a tapar mi tumba, hasta que todo quedó oscuro. Entonces sentí una sensación de liberación, y todo lo que había alrededor mía se esfumó como si nunca hubiera existido.
    VICTOR FERNANDEZ 4ºB

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  15. Me despierto y lo único que veo es a gente llorando a mi alrededor. ¿Qué está pasando? ¿Estoy muerta? Y si es así, ¿cómo puedo ver a estas personas? ¿seré un espíritu? Espera un momento, no recuerdo como morí. Lo último que recuerdo es que sonó mi móvil cuando estaba conduciendo y lo descolgué.
    De todas maneras, aquí no se está tan mal, a pesar de que la comida que hay en aquella mesa huele que alimenta.
    De pronto mis familiares se alejan mientras que cierran la tapa de mi ataúd.
    "En fin, este es el final" pensé.

    IRENE GARCÍA 4ºD

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  16. En otoño se negaba a llegar aquella mañana del 22 de Octubre que se caracterizó por ser un precioso día soleado ,aunque en el ambiente se respiraba un silencio que ponía de manifiesto mi ausencia. Aquel silencio extraño estaba acompañado del contraste entre el colorido de las flores que adornaban la sala y mi alrededor, y entre las vestimentas negras que lucían mis familiares.
    El silencio solo era resto por el llanto de mis familiares y amigos, aquellos que tanto me habían dado en mi paso por este mundo. En otras ocasiones era una risa lo que se les escapaba al recordar los buenos momentos vividos y cosas que me hacían peculiar. Aquella escena me causaba dolor pero a su vez, podía irme con la alegría de saber que había dejado huella en muchos corazones de este mundo.

    Nerea Medina Jiménez 4ºC

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  17. Y cuando me desperté, una extraña sensación se apoderó de mi, pero yo lo ignoré. Busqué mi botella de agua en mi mesilla de noche y no la encontré, pero lo más alarmante fue que mi mesilla de noche no estaba allí. Busqué el interruptor de la luz en la pared, sabiendo que me iba a desvelar, pero sentía la necesidad de acabar con la abrumadora oscuridad que me encerraba. No lo encontré. Me puse muy alterada y me di cuenta de que estaba en un espacio muy pequeño y que el techo era bastante bajo. Grité y nadie me escuchó. Di varios golpes a mi alrededor pero cuando di un verdadero puñetazo al techo, mi brazo lo atravesó y me quedé tan atónita que dejé de chillar y armar jaleo al instante. Hice retroceder a mi brazo lentamente y, al mismo ritmo me levanté un poco sin apenas rozar el techo. Me vi a mi misma ahí, acostada y más pálida que de costumbre. Me eché a llorar pensando en mi hipótesis de lo que podría estar sucediendo.

    Necesitaba comprobar mi idea así que, si mis pensamientos eran ciertos, podría subir flotando a la superficie. Y lamentablemente, así fue. Cuando ''aterricé'' en la superficie vi flores y velas delante de una gran piedra torpemente tallada en la que se podía leer: Tu familia y amigos nunca te olvidaran D.E.P. Lloré desconsoladamente durante horas. No podía creer que yo, a mis 15 años estuviese muerta... mi familia, amigos, conocidos... De nada sirve añorar algo que nunca podré volver a vivir, y nunca mejor dicho. Miré a mi alrededor y vi sombras de colores apagados moverse lentamente y entendí que al igual que yo eran almas en pena condenadas a vagar por el inframundo por toda la eternidad. Me dejé caer en el césped con la mirada perdida pensando en la nueva vida que me tocaba vivir y en la mínima esperanza que quedaba en mi mente de que todo fuese una vulgar pesadilla, pero todos sabemos que no tendré esa suerte.

    ELENA FLORES DAZA 4ºD

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  18. Era un cuatro de diciembre de un día nublado, la poca luz que había reflejaba un color pálido en mi piel. Los pájaros piaban una canción triste como despidiéndose de aquel pobre que ya no podrá volver a oírlos. Hubo un silencio, cuando de repente se escuchó una gota de agua en mi ataúd ... y eso desencadenó una serie de llantos y lloros que no cesaron en un largo tiempo. Nadie había llorado tanto por mí en toda mi vida ¡Qué absurdo que lo hagan a la hora de mi muerte!
    Después, ya en mi antigua casa, mi familia organizó un aperitivo para todos mis conocidos ¡Si había mejor comida que en mi boda! Al menos esta vez no la he pagado yo...¿O sí?

    Daniel Claros Montes
    4º ESO B.

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  19. Mientras aquella lúgubre caja se cerraba, en aquella sala, un frío día de invierno, yo no podía parar de recordar aquellos momentos inolvidables de mi vida, aquellos calurosos veranos en mi casa de Sevilla, aquellas miradas llenas de vida que ahora solo sabían llorar mi muerte. La caja definitivamente se cerro, y aquellos hombres la cogieron y la metieron en el horno crematorio. Al instante una llama enorme inundo el horno, quemando mi cuerpo, aunque yo no sentía nada. Tras tres horas, en las que me dio tiempo a pensar lo buena que había sido mi vida, salí de aquel horno, convertido en triste polvo. Me metieron en una urna y se la entregaron a mis familiares, los cuales empezaron a llorar desconsoladamente.
    Tal y como pedí, una mañana soleada de domingo mis familiares tiraron mis cenizas al mar para por fin, poder descansar en paz.

    David Ramíres García 4º ESO B

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  20. Era una tarde calurosa, pero no más que cualquier otra en verano.
    Había muerto hacía ya unos días, el tiempo es extraño cuando estas muerto, y ya me había acostumbrado a este estado; sentía mi cuerpo sin peso, la mente despejada, no recordaba con claridad mi vida y al mismo tiempo tenía recuerdos que estaba seguro de no haber vivido.
    Iban a incinerarme, tenía mucho miedo, sobre todo porque por mucho que gritara nadie podía oírme.
    Cuando me quise dar cuenta el horno crematorio se cerraba y yo estaba dentro, empece a chillar y a llorar sin control al ver mi cuerpo quemarse. Hasta que entre sollozos, en un momento de lucidez, me di cuenta de que no sentía dolor alguno, fue entonces cuando me calmé, cerré los ojos y dormí para siempre.


    Daniel Trigo Escobar 4ºESO B

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  21. Era un día nublado. Triste y lluvioso. Los típicos que no solían gustarme. Yo no podía verlo pero, según los invitados, el hombre del tiempo había fallado estrepitosamente en sus predicciones. De repente, noté un leve brillito y un crujido como de madera. Ya habían abierto el ataúd. No podía verles; aún así notaba todas sus miradas puestas en mí. Me sorprendió bastante que, aún siendo ese mi velatorio, no era de mí de quien hablaban. Todo lo que escuchaba eran quejas, así como sus inquietudes e impresiones. Era como si hubiesen estado reprimiendo sus sentimientos todo este tiempo y los hubieran soltado todos a la vez, a causa del terrible accidente.

    Paula Herencia Cuenca 4º A.

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  22. Todos en algún momento nos hemos preguntado a nosotros mismos de qué manera moriríamos. Pero en realidad eso no importa. No me acuerdo de la forma en la que fallecí, pero tuvo que ser rápido porque no sentí nada. De lo único que me acuerdo es que me quede dormida y cuando desperté (si se puede llamar así) no paraba de oír a mis familiares llorar y notar lo destrozada que estaba mi pobre madre. Me entraron ganas de decirles a todos que estaba bien, que no lloraran y, sobre todo, quería decirles que si me iban a enterrar, que me cambiaran esa horrible camiseta que llevaba puesta. Pero por mucho que lo intentara no me escuchaban. Al final me enterraron con la camiseta mas fea que podía existir en la Tierra, pero bueno, como no me la va a ver nadie pues no me importa. Quien me habría dicho a mí que el primer entierro al que asistiría iba a ser el último y que iba a ser el mío. Ahora estoy bien, metida en una caja y puede que incluso hable más que cuando estaba viva con mis compañeros de sueño eterno.

    Sheila Rivera Valle 4ºD

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  23. Cuando me pude dar cuenta estaba metido en un cajón de una gran cajonera. Escuchando llantos y lamentos de mis seres queridos, hablaban de lo bueno que era, de la gran persona de que me convertí, yo no lograba entender que cuando una persona moría era la ''ostia''. Cuando se cansaron pelotear me y llorar, se fueron. Yo estaba solo, en aquel cajón acomodado,viendo la oscuridad, el silencio era tal que se podía hasta palpar. Cuando me pude dar cuenta sentía un cosquilleo en el estómago, sería por los nervios de encontrarme cara a cara con la muerte, pero no, eran los gusanos que estaban deborandome por dentro. Me dí cuenta en estos días que me estaba quedando muy delgado, me estaba quedando en los huesos. Derrepente escuché unos golpecitos, pensaba que era los vecino pero no, eran mis partes que se me caían. Pero yo todos modos me acomodaba , ya que era un viaje muy largo.

    Pedro Santiago Jiménez 4ºD

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  26. La oscuridad que proyectaba una nube oscura y fría, no podía ser, hoy era el día donde me cerraban las puertas de la vida y donde se veía el paso hacia la muerte; y pensar que hace muy pocos días estaba divirtiendome con mis amigos, y ahora, tumbado en esta caja de madera, viendo a la gente entrar y salir llorando por la puerta del tanatorio. De repente, apareció el amor de mi vida, llorando desconsoladamente hasta que entonces se cerró de golpe la caja que me haría estar descansando en paz durante el resto de mi "muerte".

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  28. Era un día como otro cualquiera solo que yo ya no estaba entre los vivos, mucha gente venia a verme tumbado en una caja, todos apenados lloraban ante mi, yo les escuchaba pero ellos a mi no, les digo que no lloren, que estaré siempre con ellos pero nadie me escucha. Entonces unos hombres unos hombres vienen y cogen mi ataúd conmigo dentro y me llevan al crematorio en el cual me prenden fuego. Aunque mi cuerpo se esta quemando no siento dolor y al cabo de unas horas... noto como empiezo a desaparecer.

    Hugo Cárabe Sotelo 4ºB

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  29. Despierto en una caja , supongo que es el ataud y escucho el llanto de mi madre y siento como he mal gastado mi vida ya que no estuve demasiado tiempo con mi familia y seres queridos, a lo mejor dedicarme a esta vida a hecho sufrir a mi familia , pero espero que me perdone y que el dinero que le dejado le valgan para que sean felices.A todo esto no espera que hubiera tanta gente en mi entierro.Al final el ser lealtad y fiel sirvió de algo.

    Borja Ruiz Cabrera 4B

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  30. Nunca pensé que mi muerte causara tanto sufrimiento. Desde mi ataúd veía correr las lágrimas desenfrenadas de mi madre, su dolor me conmovía, pero comprendí que podía superarlo. Podía ver, senir y oír lo que pasaba a mi alrededor, pero no podía comunicarme con nadie. Siempre le temí a la muerte, pero estando muerta podía descansar en paz en aquel ataúd que me hacía sentir cómoda y observar el mundo desde otra perspectiva

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  31. No me imaginaba que la muerte fuese asín de oscura y tan ruidosa yo creí que todo sería un remanso de paz eterna.En mi entierro nadie se preocupa del muerto menos los mas allegados a mi pero los demás son un sin parar de hablar de tabaco,de fútbol, de trabajo, de todo menos de mi que soy el que esta metido en esta caja con olor fétido y una superficie como la planta de mi pie.Al estar aquí encerrado me he dado cuenta de que los que me querían de verdad me los puedo contar con los dedos de las manos y eso me entristece mas aun de lo que ya estoy como de costumbre mi vida no ha sido larga y tampoco aburrida ni mucho menos pero esta media hora se me hace interminable.Yo en este momento lo que mas deseo es cerrar los ojos y descansar para siempre.

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  32. En el momento en el que me estaban metiendo en el ataúd note como si me soltaran en una nube oscura pero blandita. Cuando cerraron el ataúd sentí como si algo me tocara el pie; notaba la presencia de algo o alguien que no podía ver, una presencia que quería que supiera que estaba ahí, sabia que no estaba sola ni si tampoco esa presencia era buena o mal si me iba a proteger o hacer algún daño pero ahí estaba. Mientras me enterraban me seguía sintiendo como si estuviera viva pero sabia que nunca mas podría abrir los ojos.
    JULIA DOMINGUEZ MIRANDA 4ºC

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  33. Llueve, el cielo llora despidiendo mi vida y una luz de anhelo alumbra el camino hasta el cementerio mientras un llanto de un niño que con solo 1 mes de vida parece ser el que mas sienta mi muerte , ya que algunos lo oculta y muchos otros piensan solo en las ganancias que obtendrán en forma de herencia.
    Quizás no sufran ya que no halla vivido como todos hubieran querido no soy el prototipo de ciudadano ejemplar , dado que algunas ocasiones he tenido que saltar alguna ley por motivos personales y en otras simplemente por ese morbillo que tiene lo prohibido en la juventud.
    llegando a la puerta del centenario recuerdo todos lo momentos buenos que viví tanto con mis amigos con familiares y sin darme cuenta ya estoy casi dentro del mucho donde me espera ella , mi fiel compañera en este viaje , mi esposa o lo que queda de ella quizás cuando me duerma con ella sera especial ya sea porque no estamos vivos o bien porque es para siempre.

    Antonio Vela Dominguez 4 B

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  34. Sentí como mi corazón se fue parando poco a poco y que no podía hacer nada para evitarlo. Era una sensación extraña ver como mis piernas se fueron flojando lentamente y mis manos se pusieron pálidas. Nunca pensé en mi muerte hasta que ya la tenía encima. Cuando ya estaba en el suelo esperando a que mis ojos se cerrasen apareció la personas más importante de mi vida,mi mejor amiga y la que siempre estuvo ahí cuando yo lo necesitaba,MI MADRE. Se tiró al suelo llorando a abrazarme porque sabía que me iba para no volver. Yo le dije que todo estaría bien y que no se preocupara de nada,solo quería que ella estuviese bien y que cuidara de mi hermano pequeño y que le dijera que yo me había ido a un lugar donde iba a ser feliz junto a los ángeles. No nos llevábamos muy bien pero ella sabía que era la persona más importante para mí y que la quería muchísimo. Nunca le dije TE QUIERO porque yo era aquella chica dura y con orgullo. A veces hay que dejar el orgullo atrás y ser como eres en realidad. Cuando apenas podía respirar le dije TE QUIERO y se echó a llorar al saber que esas iban a ser mis últimas palabras hacia ella. Sus últimas palabras fueron TE QUIERO MI NIÑA no lo olvides que todos estamos contigo allá donde vayas siempre te vamos a cuidar. En ese momento nos abrazamos y caí en sus brazos y ella con el alma en pena y llorando a mares me dejo en el suelo. Ya estábamos en la iglesia cuando escuché a mis familiares y amigos llorar como nunca antes los había escuchado y en el fondo de mi tristeza me puse feliz al saber que me iban a echar de menos y que se acordarían de mi por todas aquellas locuras que hicimos juntos. Solo quiero deciros que no perdáis el tiempo en tonterías porque cada minuto que pasa es tiempo de nuestra vida y hay que aprovecharla. Que Todo lo que tengamos que decir lo digamos y no esperemos a que sea demasiado tarde y nos podamos arrepentir. Que la vida son dos días,que hoy estás aquí y mañana no se donde estás. Que aprendáis a valorar todo lo que tenéis y que el amor de una madre es necesario para nuestras vidas aunque no queramos decirlo.

    CRISTINA GARCÍA COBOS 4ºD

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  35. Aquel jueves daba la impresión de que todo el planeta se había vestido de nieve, que se hubiera puesto como tú te pones un jersey. Hayas asturianas cubiertas con mantos de hielo me rodeaban.

    La única persona que había acudido a mi funeral tenía los brazos cruzados y congelados. Las lágrimas se habían helado sobre su rostro. Hizo ademán de hablar pero noté como la voz se le paralizó en la garganta.

    Me veía a mi misma dentro de la estrecha caja. Ahora tenía un color hueso, mi piel parecía un esqueleto.

    La angustia y el dolor pronto dieron paso a la calma, pues ya no quedaba nadie, y por alguna extraña razón eso me hacía sentir libre.

    Carmen Calzón 4ºD

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  36. Se oyen lloros a través de las paredes del ataúd, algunos me son conocidos. Mi hermana, mis padres, mis primos, mis tíos, todos han venido a despedirse de mi.
    Ya no oigo los lloros y hace frío, deben de estar enterrándome. Creía que no oiría nada pero en cuanto he llegado han empezado los ruidos extraños: crujidos, golpes y otros sonidos que no logro identificar. “Duérmete” se oye una voz. No sé quién es pero decido hacerle caso. Me despiertan fuertes llantos. Hay gente hablando en voz baja, aunque no se entiende nada, estas paredes de piedra son demasiado gruesas. Por la noche, la voz vuelve a decir lo mismo y obedezco.

    Es todos los días lo mismo, si no estuviera muerta, ya estaría muriendo de aburrimiento. Me he molestado en contar los días. Es 31 de octubre del 2014. Ya han pasado tres meses desde que morí a manos de ese asesino. Por suerte, logré llamar a la policía a tiempo y ahora debe de estar pudriéndose en la cárcel. Aunque mi cuerpo también se está pudriendo así que no estoy segura de quién está peor, porque al menos sus compañeros hablan.

    Judit Fernández Roca 4ºD

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  37. MI INCINERACIÓN

    Madre mía, que calor he pasado, vaya sufrimiento, hace 2 días estaba jugando en la calle tranquilamente , en 1 día muerto. Al menos tenía un cuerpo, pero ahora ni eso, estoy metido en una vieja urna ,digamos que soy polvo de huesos , me quemaron desnudo lo que hizo que sintiera más el calor .Odio aquel momento cuando la gente pasaba llorando antes de la incineración, yo estaba enfadado, ya que yo quería ir a la comida que mis familiares habían preparado. Actualmente me siento un poco dispersado por eso del polvo , es asqueroso no poder moverse, pero cuando alguien mueve la urna es un sufrimiento, desearía que hubieran quemado conmigo aquel viejo pantalón que nunca quise, y también la camiseta que me regalo mi mejor amigo, era bastante fea. Bueno, quedan atrás buenos y malos recuerdos, momentos inolvidables ... Nada de esto habría ocurrido si hubiera estado saliendo a escondidas con la novia de mi amigo... Se enfado tanto que acabe muerto por un pistoletazo...

    Gonzalo Sánchez Garrido 4ºD

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  38. Estaba paseando tranquilamente cuando oí disparos a mis espaldas. No recuerdo nada más. Me desperté sobresaltada, pero en un lugar que no conocía. Estaba en una caja y nadie podía escuchar mis gritos de auxilio. Escuchaba a mi madre llorar y era extraño, pero también podía escuchar el silencio atronador de mi padre. Intentaba decirles que les oía, pero ellos sí que no me oían a mí. De repente sentí mucho calor, mucho, mucho calor, tanto calor que me quedé dormida de nuevo.
    Cuando me desperté por el movimiento, ya no estaba en la caja, estaba justo en el mueble del salón que tenemos encima de la tele. No podía ver mis manos, ni mis piernas inmóviles, pero sí que podía ver a mi madre entrando en mi cuarto y quedándose en la puerta fijamente mirando aquel desorden que el día anterior me había dicho que ordenara. Podía escuchar a mi padre pasando las rígidas páginas de mi álbum de fotos de cuando tenía entre 5 y 9 años. Podía sentir el roce de las manos de mi hermano, acariciando nostálgicamente el tirachinas que le regalé para que me perdonara por haberme comido sus galletas. Los vi, y una tristeza me inundó todo el cuerpo, o bueno, todo en lo que me había convertido, polvo. Quería dormir, así que lo hice.
    Me desperté de un sueño eterno, observé el calendario que tenía justo al lado y vi que era Mayo… ¡No podía ser! ¡Había estado durmiendo 17 meses! Intenté buscar a mi familia que no se hallaba en el salón. Los busqué pero no los encontré. Subí a mi cuarto, y el desorden había desaparecido. Mi cuarto parecía otro diferente, toda la ropa en el armario, la mesa limpia, las ventanas abiertas por las que entraba la claridad de mediodía… Había algo distinto, mi padre había imprimido una de nuestras mejores fotos familiares, la del día de mi 14 cumpleaños, en el que me regalaron el mejor regalo del mundo, un gatito blanco y negro, que en esa foto dormía plácidamente en mi regazo. Mi gato fue el único que me recibió en mi casa, dormía en mi almohada y me la llenaba de pelos, mi madre se ponía histérica cuando hacía eso, pero creo que ella comprende que mi gato también me echa de menos.
    Al rato llegaron todos, venían felices, habían estado en mi sitio favorito, un bosquecito alejado de la ciudad en el que aprendí a montar en bicicleta. Habían estado jugando con el tirachinas que le regalé a mi hermano. Mis padres se sentaron a hablar en el sofá, diciendo algo de que mañana volverían a ir. Me sentí feliz pero a la vez triste, me alegró verlos tan llenos de vida, pero me entristeció no poder ir con ellos. Se hizo tarde y se fueron a la cama. Al día siguiente al despertar, los vi vestidos, y como no, mi hermano con el tirachinas. Para mi sorpresa lo único que les faltaba por coger era a mí. Íbamos todos en el coche, como si nada hubiese cambiado. Llegamos al bosque, me cogieron y me llevaron a dar un paseo. Llegamos al riachuelo en el que me bañaba con mi padre algunos días de verano. Mis recuerdos más felices permanecen aquí. Mi madre me cogió, me dijo que me quería y que siempre estaría dentro de ella. Mi padre me dijo que sigo formando parte de él, y que siempre vendrá un día de fin de semana a verme, como solíamos hacer. Mi hermano sin embargo, se delimitó a darme un fuerte abrazo y me dijo que siempre sería la mejor hermana mayor del mundo. Mi padre me cogió, me quitó la oscura tapa que no me dejaba ver claridad ninguna, y me lanzó hacia el aire. Me sentí ligera, estaba volando, alguna parte de mi calló a el río, pero la mayor parte siempre supe que estaría donde mi familia esté.
    Lola Lobo Higueras 4B

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  39. Aquella tarde oscura y fría ahí estaba yo , tumbada en una especie de caja con la mirada perdida y viendo a través de un cristal como mi gente llora desconsolada mira lo que hay detrás del cristal. En ese momento no ente di el por que de ese dolor en las miradas de mi familia. Justo en ese instante comprendí que eso que dicen de que después de la muerte es todo mejor es mentira , ya que ni yo misma podía sentirme bien viendo así los demás.

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  40. Hoy es el día, oscuro, lluvioso, pero muy seco, algo irónico en cierto sentido. Todos lloran mi pérdida, algunos se pasan de dramáticos, y otros de hipócritas, ya que no me creo las lágrimas de más de la mitad, pero a todos les agradezco el gesto por igual.
    Mi pequeño ataúd es como, y bonito, nada que ver con la indumentaria aunque es a lo que se tiene que acomodar un muerto, pero bueno poco tiempo pasare aquí antes de mi incineración.
    Mis sentimientos están confusos, estoy triste, pues decidir decirle a dios a persona cuesta, pero sigo pensando que hice bien en disparar esa pistola, no me arrepiento, me siento, al fin, en paz, una paz nunca sentida en mi, algo nuevo y me atrevería a decir mágico, no se que pasara cuando llegue el momento de la incineración, pero mientras estaré escuchando llantos y pequeños gritos a mi alrededor.

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  41. ¡FRENA!
    Sólo recuerdo eso, frena...
    No sé qué pasó aquella noche, si fue culpa mía por beber en aquella fiesta o porque la carretera estaba lluviosa o por las dos, pero el caso, es que me di de lleno con aquél árbol.
    ¿Estaré desnudo? ¿y mi cartera? ¿Llegaré tarde?
    Sólo sabía repetir esas preguntas, lo cierto es que notaba un poco de frío en esas partes y temía resfriarme. Resfriarme una vez muerto.
    Sabía qué pasaba, sabía que estaba muerto, pero no quería creermelo. La vida me empezó a sonreír, tenía trabajo, novia y una casa ¡la vida me dio una segunda oportunidad! pero ahora me la arrebata como una puta arrebata el dinero después de sus servicios.
    Empiezo a recordar cosas...¡qué guapa iba ella aquella noche!...hay buen ambiente...gracias por el tequila...¿quien es ese tío?...¿por qué le está acaiciando el pelo?...¿donde coño van cogidos de la mano?...¡SERÁ HIJA DE P..!
    Todos los días se aprende algo, incluso muerto se aprende. No hay que coger el volante enfadado y borracho.


    ¿Qué habrá sido de ella? ¿Estará bien? ¿Quien sería ese tío?
    Ah...ya lo recuerdo...tenía sida...puedo dormir tranquilo.

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  42. Hace frío, todo esta oscuro, me siento solo, como si mi alma se desvaneciera en ese mismo instante. De repente el frío comienza ha desaparecer para dejar paso a una sensación de calor que fue recorriendo mi cuerpo poco a poco, desde los pies a la cabeza. Llegué a una conclusión, me estaban incinerando. Parte de mi se sentía bien ya que realmente era lo que yo quería, que me incineraran. Pero por otra parte sentía pena y tristeza al recordar que no volvería a ver a mis más queridos familiares, mi mujer, mis hijos...
    De pronto oí como me transportaban hacia un coche que escuchaba a los lejos, como en una especie de jarrón con letras grabadas en latín. Mi mujer me sostenía en brazos con la tapa abierta, por lo que en ocasiones sentía como sus lagrimas entraban dentro de mi.
    El sonido del motor no cesó hasta 30 minutos después donde, después de escuchar una pequeña misa, fui arrojado al mar en lo que parecían ser las costas de Cádiz. Así, mis restos desaparecieron entre el levante y la blanca arena de la playa y concluyó la historia de mi vida.

    Pablo Gordillo Fdez 4ºB

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  43. De repente me desperté en una habitación donde estaba rodeada de flores y de mis seres queridos, amigos ¿Por qué lloran todos? No lo entiendo, me acerco a ellos y nadie nota que los llamo, de pronto miro hacia atrás y veo que estoy en un velatorio, el ataud está vacío ¿Estoy muerta? Lo último que recuerdo de mi vida es que iba conduciendo y de pronto sentí un gran dolor en el corazón. Mi corazón dejó de latir y ahora de pronto me encuentro aquí, todo el mundo llora y habla de los buenos momentos que tuvieron conmigo, yo me sentía muy mal porque ya nunca más prodría estar con ellos, era un día muy lluvioso y me llevaron hasta la iglesia a darme el último adiós. Todos lloraban desconsolados y yo sin poder hacer nada... Después me llevaron al cementerio y allí quedó mi cuerpo para siempre... Y así terminó mi vida para siempre.

    Reyes Tejera Toro 4ºD

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