Amo mi lengua; adoro las palabras, su forma, su sonido y la magia que contienen. Me apasiona rechupetearlas antes de usarlas o expulsarlas sin pensar, con todo el poder que encierra un buen exabrupto. Cuando empecé a estudiar Filología recuerdo como un momento único aquel en el que me pude comprar mi primer diccionario de la RAE: dos tomos grandes, de papel grueso y letras cuidadas que consultaba constantemente y con mimo. Estaba atenta a las publicaciones de la que entonces consideraba casi sacra RAE. Las fui comprando, atesorando y leyendo; cada vez menos, eso sí.
He de confesar también mi debilidad por la letra "H", con su forma de portón; con el recuerdo de la época en que se aspiraba como un suspiro (solo la de la F- inicial latina); con ese martirio que sufre por parte de los usuarios al ser colocada y descolocada donde no le corresponde; por su discreción de letra "mudita" ( no siempre porque cuando suena, suena...)
Y aquí se acabó el cuento de hadas.
Te he perdido el respeto, confiteor. Pero no ha sido de sopetón.
Querida RAE, ¿qué significa la "R" de tus siglas? Aprendí que era la inicial de "real". Pero ¿"R" de monárquica o de real?. Me refiero a real como característica referente a la conexión con lo que pasa en la vida de la gente de a pie.No puedo respetar a la Rancia institución que sigue mostrando una clara misoginia y un desprecio a la inmensa valía de las intelectuales españolas con una humillante proporción de 38 a 8. Ni a la Retrógrada corporación que esperó a 1978 para ceder caballerosamente uno de sus sillones a una mujer, doña Carmen Conde. No quiero que cuide mi idioma la Ridícula academia que no expulsa al memo que se jacta sin complejos de machista y clasista. Me refiero a Félix de Azúa, el supuesto cuidador de mi querida H mayúscula. Ya me había afectado la Rara elección de Reverte como académico: fantástico reportero, pésimo novelista (por favor esa Piel del tambor aghhh) y Repelente machista que se retrató en el célebre artículo donde trataba a las mujeres como ganado o algo peor. Y a pesar de los eminentes sabios y sabias que ocupan sus sillones no acepto la Ruin actitud que muestra en lo referente a asuntos de mujeres, lingüísticamente hablando, claro está.
Así que tal vez, mi poco querida RAE, deban sus miembros abrir puertas y ventanas, para que entre el aire y salga el moho. Porque quizás la "R" ya no signifique real sino Repelente, Ruin, Rara, Ridícula, Retrógrada y, por encima de todo, Rancia.
Quizás podrían plantearse, incluso, reinventarse, ahora que el término está tan de moda. Y convertir su hermoso edificio en algo más vivo y fresco. Un mercado de abastos, por ejemplo. Con muchos puestos de pescado regentados por limpias pescaderas; eso, que no falte.
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