No hay peor carta de presentación que una hache ausente, una be donde
 deberíamos encontrar una uve o una jota donde debería haber una ge: a 
menos que uno sea 
Juan Ramón Jiménez, que sólo escribía con jotas, la licencia no está permitida.
Es,
 entonces, fundamental escribir cuidando la ortografía, ya sea para un 
informe laboral, el currículo, un correo electrónico informal o una 
carta de amor: igual que no salimos a la calle en pijama, 
debemos presentar a las palabras duchadas, repeinadas, con todo en su sitio. Y con las reglas ortográficas aplicadas pertinentemente. 
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